Cultivar las oportunidades que nos brindan las diferentes personas
Las personas dotadas de esta competencia
• Respetan y se relacionan bien con individuos procedentes de diferentes sustratos
• Comprenden diferentes visiones del mundo y son sensibles a las diferencias existentes entre los grupos
• Consideran la diversidad como una oportunidad, creando un ambiente en el que puedan desarrollarse
personas de sustratos muy diferentes
• Afrontan los prejuicios y la intolerancia
A menudo cuento la historia de mi encuentro con un conductor de autobús que, en una lección ciertamente magistral, supo crear un clima de optimismo entre los pasajeros mientras su autobús serpenteaba por las calles de la ciudad de Nueva York en lo que fue una auténtica demostración de destreza en las habilidades sociales.
Yo solía referirme al chófer de ese autobús como «un hombre negro de unos sesenta años», pero en una conferencia, una mujer afroamericana se levantó y me preguntó: «¿Por qué subraya usted el hecho de que era negro? ¿Diría acaso lo mismo de haber sido judío o japonés?».
Su pregunta me sorprendió pero, después de pensarlo bien, me di cuenta de que el hecho de mencionar la raza del chófer era una réplica implícita a la tesis sostenida en el libro The Bell Curve, según la cual el cociente intelectual es la clave del éxito en la vida y que, en este sentido, los afroamericanos tienen una desventaja con respecto a otros grupos raciales. Pero, desde mi punto de vista, el libro parte de datos sesgados y el cociente intelectual es sólo una parte del amplio espectro de factores que determinan el éxito en la vida entre los que la inteligencia emocional desempeña un papel muy importante. Y yo sólo quería subrayar que aquel afroamericano estaba dotado de esa competencia.
Pero la mujer arguyó que yo no había expuesto aquel punto y que, en consecuencia, ella recibía el mensaje de que yo estaba describiendo a alguien demasiado ávido de agradar a los blancos cuando, en realidad, la raza carecía de toda relevancia al respecto.
Y tenía razón porque, dado el contexto, llamar la atención sobre aquel punto era subrayar un rasgo completamente secundario. A partir de aquel día, dejé de hacer mención alguna a la raza del conductor.
Porque el hecho de llamar la atención sobre la identidad gru-pal de alguien cuando este dato es irrelevante puede activar el estereotipo de ese grupo que tenga el auditorio en su mente. Y no hay que olvidar que los estereotipos de grupos pueden tener un impacto emociona] negativo sobre el rendimiento.
Claude Steele, psicólogo de la Universidad de Stanford, ha llevado a cabo una serie de investigaciones que ponen de relieve el efecto destructivo de los estereotipos (especialmente de los que afectan a los miembros de los grupos minoritarios de una organización). Y Steele debe saberlo bien porque es uno de los pocos afroamericanos de una universidad mayoritariamente blanca.
Las implicaciones de los experimentos de Steele -que estudian el rendimiento académico- al mundo laboral son inmediatas, puesto que los estereotipos negativos suelen menguar el rendimiento laboral. Para tener éxito en un trabajo, las personas deben sentir que pertenecen a él, que son aceptadas y valoradas y que disponen de las habilidades y recursos necesarios para lograrlo e incluso para prosperar. Cuando los estereotipos negativos socavan estas creencias, dificultan la eficacia laboral.
Steele ha acuñado el término «amenaza del estereotipo» para referirse a una especie de minado emocional, una expectativa de bajo rendimiento que, aunque tácita, puede llegar a impregnar una organización, creando una atmósfera que influye negativamente en el rendimiento laboral de los implicados. Estas expectativas tienen el poder de activar niveles de excitación que merman seriamente las capacidades cognitivas porque los estereotipos, a fin de cuentas, son capaces de activar la amígdala y -como ya hemos visto en el capítulo 5- acabar restringiendo el funcionamiento de la memoria operativa.
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